La vejiga es un órgano hueco en el abdomen inferior que almacena la orina. Cuando está vacía, tiene aproximadamente el tamaño de una pera, pero a medida que va llenando puede crecer hasta albergar 400cc aproximadamente.
Durante la micción los músculos de la vejiga se contraen y dos esfínteres se abren para permitir que la orina fluya hacia la uretra y de ahí al exterior.
El diagnóstico de las alteraciones de la vejiga se realiza mediante ecografías, pruebas de imagen o pruebas endoscópicas; y el tratamiento puede incluir medicamentos y en casos graves o que así lo requieran, cirugía.
La patología benigna más común de la vejiga es la cistitis.
Tratamientos relacionados con las patologías benignas de vejiga
Cistítis y Cistopatías
Cistitis y Cistopatías
La cistitis es una inflamación de la vejiga producida en la mayoría de los casos por la presencia de gérmenes en la orina que proceden del aparato digestivo, contaminan la región perineal y genital y ascienden por la uretra femenina de escasos 3 cm de longitud, motivo por el que es más frecuente en la mujer. Cuando estas bacterias producen una lesión en la pared vesical dan lugar a una infección que genera una cistitis sintomática que es preciso tratar correctamente para evitar su recurrencia y cronificación.
Estos episodios de cistitis agudas están relacionados con el grado de actividad sexual, uso de espermicidas, retardo en la micción postcoital, etc. En la época postmenopáusica intervienen otros factores hormonales.
Los síntomas más frecuentes son escozor, urgencia y aumento de la frecuencia miccional, a los que puede añadirse dolor en la parte inferior del abdomen y la presencia de sangre en la orina.
Es importante la identificación de las causas, descartar alteraciones del aparato urinario y, sobre todo, identificar el germen mediante un urocultivo que permita el tratamiento antibiótico adecuado, evitando la repetición y cronificación de la cistitis con la repercusión emocional, social y laboral que conlleva.
El tratamiento antibiótico correcto puede complementarse con el uso de vacunas, antiadherentes de las bacterias a la pared vesical y normas higiénico-dietéticas de gran eficacia.
Independientemente de este tipo de cistitis más comunes secundarias a infecciones urinarias, existen otras CISTOPATÍAS CRÓNICAS en las que se ha producido una alteración estructural de la pared vesical que condiciona una sintomatología crónica con periodos de exacerbación, en ocasiones invalidantes y con gran afectación de la calidad de vida. Estas cistopatías precisan un diagnóstico anatomopatológico y un tratamiento